Frappart y el último escalón

Luis Miguel Pascual

Luis Miguel Pascual

Doha, 29 nov (EFE).- El nombre de Stéphanie Frappart viene siempre acompañado de la palabra "pionera". La colegiada francesa de 38 años ha ido abriendo todas las puertas posibles para una mujer en el mundo del arbitraje y cuando este jueves dirija el duelo entre Costa Rica y Alemania habrá superado también el último escalón.

Será la primera mujer en arbitrar un partido en un Mundial, la máxima consagración para el oficio que eligió esta oriunda del centro de Francia que desde muy niña tuvo muy clara su vocación.

En el medio del desierto, en el estadio Al-Bayt que emerge como una inmensa jaima beduina en las afueras de Al-Khor, la segunda ciudad de Catar, Frappart escribirá un nuevo capítulo en la historia del fútbol.

La francesa era la cabeza de un grupo de colegiadas que habían sido designadas por la FIFA para el Mundial de Qatar, pero habrá que haber dejado pasar doce días de competición para que se les diera la ocasión de dirigir un partido.

Hasta ahora, ocupaban el puesto de cuarta árbitra, como ya le sucedió a Frappart en dos ocasiones en este Mundial, el México-Polonia (0-0) y el Portugal-Ghana (3-2), pero el salto será monumental durante el Costa Rica-Alemania, donde contará con dos asistentes femeninas, la brasileña Neuza Back y la mexicana Karen Díaz.

La FIFA no le ha dado un duelo sin importancia, porque los germanos y los "ticos" están obligados a ganar si quieren seguir en la competición, lo que augura tensión en el choque.

SIEMPRE LA PRIMERA

Nada que asuste a esta colegiada que ya se ha acostumbrado a dirigir partidos de tensión y a estar en el centro del foco por su condición femenina, algo que ella misma prefiere dejar en un segundo plano para que le valoren por sus méritos.

En mayo pasado fue la primera mujer en dirigir la final de la Copa de Francia entre el Nantes y el Niza, que se resolvió con un penalti que pitó a favor de los primeros.

Antes, en abril de 2019, fue la primera en dirigir un duelo liguero en Francia, un Amiens-Estrasburgo que le abrió las puertas de la élite arbitral gala, que ya no ha abandonado.

Al contrario. Frappart ha ido creciendo también a nivel continental y en agosto de 2019 la UEFA le confiaba las riendas de la final de la Supercopa que enfrentaba al Liverpool y al Chelsea, que los primeros conquistaron en la tanda de penaltis.

Uns días más tarde daba el silbido inicial al duelo de Liga de las Naciones entre Malta y Letonia (1-1), lo que le convirtió en la primera mujer en arbitrar un partido masculino internacional de selecciones.

Solo tuvo que esperar tres meses para que le encomendaran el Juventus de Turín-Dynamo de Kiev de Liga de Campeones (3-0), otro mérito en su currículum, y en la Eurocopa de 2021 conoció una fase final de selecciones, aunque solo fue cuarta árbitra.

Frappart ya sabe lo que es arbitrar un Mundial. Lo hizo en el femenino de 2019, donde su prestigio convirtió su nombre en una evidencia para la final entre Estados Unidos y Países Bajos (2-0).

Ahora, da el salto a la competición masculina, la más prestigiosa y seguida del mundo.

Una nueva puerta que abre para el arbitraje femenino, por la que pueden entrar otras dos colegiadas también seleccionadas para el cuerpo arbitral de Qatar 2022, la ruandesa Salima Mukansanga y la japonesa Yamashita Yoshimi.

La árbitra francesa no cuenta con detenerse allí. Su nombre puede volver a la actualidad a partir de octavos y los partidos a eliminación directa, que siempre son más comprometidos.

Ella está dispuesta a seguir marcando la historia. Solo falta por ver si la FIFA también. EFE

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