Habrá Messi para mucho tiempo?

Estaba el pastel, las velas, las guirnaldas y la música. Y no pudo faltar el invitado. Lionel Messi celebró como se debe su partido 1.000, con un gol que cimentó la victoria de Argentina contra Australia en el Mundial de Qatar y la clasificación a cuartos de final.

EFE/EPA/Friedemann Vogel
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Estaba el pastel, las velas, las guirnaldas y la música. Y no pudo faltar el invitado. Lionel Messi celebró como se debe su partido 1.000, con un gol que cimentó la victoria de Argentina contra Australia en el Mundial de Qatar y la clasificación a cuartos de final.

El genio de Rosario volvió a ser providencial en un partido que comenzó trabado y que él liberó en un golpe de genio, un zurdazo cruzado marca de la casa.

Aunque fue un gol que ha repetido en muchas ocasiones, no fue un gol cualquiera. Primero, porque era la guinda de la celebración de su partido milenario, una efeméride que no podía quedar sin festejo para un jugador de su trayectoria.

Segundo porque era su tanto número 9 en sus cinco Mundiales, con lo que superó a Diego Maradona, que en sus cuatro participaciones anotó ocho. A sus 35 años, Messi está ya solo a uno de convertirse en el máximo artillero argentino junto con Gabriel Batistuta.

Tercero, porque sus ocho goles anteriores habían sido en las primeras fases y, por fin, logró anotar en un partido a eliminación directa, los que marcan la frontera entre seguir la aventura o hacer las maletas.

La de Argentina continúa y Messi lleva ya tres goles, al frente de la tabla provisional junto al francés Kylian Mbappé, el español Álvaro Morata, el holandés Cody Gakpo, el británico Marcus Rashford y el ecuatoriano Enner Valencia.

La fiesta se mascaba desde el inicio, cuando la megafonía del estadio Ahmad bin Ali anunciaba el nombre del jugador del París Saint-Germain y la grada, teñida de albiceleste, salvo un fondo australiano, coreaba su nombre.

GANAS DE FESTEJAR

Había ganas de festejar y la ambición se trasladó al césped, donde Argentina llevó el peso, jerarquía obliga, del partido.

Messi, el artista, mostró que el duelo se ganaría también con la brega y no dudó en encararse con Behich en los primeros compases del partido.

Al de Rosario le costó encontrar oxígeno entre la maraña defensiva australiana, que atenazó a Argentina, perdida en un laberinto que no parecía tener salida.

La puerta estaba en la pierna zurda que por mil veces ha encantado. En el minuto 35 le puso la guinda al pastel con la suavidad del terciopelo que envuelve los regalos más valiosos.

La grada cantaba, aclamaba a su héroe, el hombre que convierte en fiesta las situaciones más embarazosas.

En 19 años de carrera, el futbolista ha marcado 789 goles, 94 con la casaca albiceleste, más que ningún otro jugador, con la que ha disputado 169 partidos, un récord.

También toca techo con el Barcelona, con el que lidera la tabla de partidos, 778, y la de goles, 672, mientras que en sus dos temporadas en el París Saint-Germain, su actual club, suma ya 53 encuentros y 23 goles.

Con su clasificación para cuartos, donde se medirá contra Países Bajos, Messi podrá sumar su partido 24 en Mundiales y quedarse a uno del alemán Lothar Mattaus, que es quien más ha disputado.

El público sintió la fiesta y Messi les regaló detalles de clase y belleza, que levantaron a la grada albiceleste.

Solo en el tramo final Australia pareció en condiciones de aguar la celebración. Recortó diferencias y amenazó con el empate. El portero Emiliano Martínez lo evitó en el último suspiro. Había que salvar el milenario.

La fiesta unió al equipo y la grada. Los jugadores acudieron a cantar con la afición argentina y un Messi sonriente fue el invitado de excepción.

Luis Miguel Pascual